Simone de Beauvoir, la filósofa rebelde
Simone de Beauvoir, la filósofa rebelde
Autor: EL TIEMPO
Simone de Beauvoir, la filósofa rebelde
Compartir

"Si bien para muchos fue (y sigue siendo) identificada a la luz de Jean Paul Sartre, es innegable el rol de la francesa Simone de Beauvoir más allá del contexto académico, al ser promotora de una nueva mirada filosófica del género femenino y al analizar las situaciones reales y cotidianas que experimentan los individuos, siempre partiendo de la vivencia de la mujer de su propio cuerpo, hasta llegar a la del tiempo y la enfermedad, por un anciano. De ahí que su enfoque del pensamiento estuvo orientado por el existencialismo –de hecho, Beauvoir dedicó una buena porción de su producción intelectual a la investigación sobre las maneras en las que la cultura y la sociedad ‘construyen’ la existencia– a pesar de haber sido injustamente excluida de distintas enciclopedias y antologías del existencialismo en los que sí es reconocido Sartre, quien no solo fue su mentor sino también su eterno compañero de vida y con quien entabló más que una sumisión académica, un diálogo filosófico en el que compartieron conceptos como la libertad, el problema de la alteridad, la situación y la corporalidad, cada uno desde su marco de pensamiento particular. Precisamente, fue este el que le mereció el pedigrí como una de las primeras mujeres en revolucionar la ya revuelta sociedad francesa –sumergida en el primer conflicto mundial– de las dos décadas iniciales del siglo pasado. De hecho, se autoconstruyó como el personaje público e intelectual que fue; desde su adolescencia trabajó por definirse autónoma y libremente.

“Su manera de ser y estar en el mundo se encuentra profundamente ligada a la filosofía existencialista, en la que conceptos como ‘proyecto’, ‘trascendencia’ o ‘libertad’ marcan la vida de los individuos. Podemos decir que Beauvoir, como existencialista, se plantea ser dueña de su propia vida, lo que supone también asumir la responsabilidad de las decisiones que tomará: ‘ser’ es en la medida en que se elige ser”, sostiene Cristina Sánchez Muñoz en 'Simone de Beauvoir. Del sexo al género'.  Beauvoir nació el 9 de enero de 1908, en París, en el seno de una familia acomodada, en donde, como en la mayoría de hogares de su clase social, su destino estaba marcado desde el mismo momento en que fue arreglada la unión de sus progenitores: casarse con un hombre de su mismo abolengo para formar el típico hogar con hijos, en donde el papel de la madre era el de actuar como 'ángel del hogar' (se daba por descontado que trabajar no sería merced suya). Sin embargo –y afortunadamente– la venida a pique de las finanzas del hogar, a consecuencia de la caída en bancarrota de su abuelo banquero y las poco acertadas inversiones de su padre en la bolsa, en plena Primera Guerra Mundial, le quitaron la dote que le garantizaba el ‘derecho a ser una madre abnegada a su hogar’ (en términos coloquiales, a ser mantenida). Algo que, sin duda influyó fuertemente en la joven Simone, al reafirmar el cumplimiento de sus subversivos planes de vida, que venía maquinando aun muchos años previos a los 'terribles' acontecimientos familiares (y que para ella fueron una señal de que debía ser fiel a sus convicciones, a pesar de ser estas, vistas como traiciones a su entorno burgués), desde cuando tenía muy claro que su historia no sería la misma de su madre ni la de la minoría de acomodadas y frívolas francesas de la época.

Esta ""lejanía de las reglas sociales convencionales harían de Simone, finalmente, un icono en el que se reconocerían mujeres del mundo entero en sus anhelos de emancipación de los roles culturales tradicionales asignados a estas."", añade Sánchez.

Para 'saldar' la poco honrosa obligación de vivir por sus propios medios, las mujeres sometidas al trabajo solo podían emplearse en oficios respetables y aptos para su nivel educativo, por lo general, ser maestras o escritoras. Y dada la vocación natural de la joven Simone por la escritura (que perfeccionó desde los quince años), quiso ser escritora.

Al respecto, agrega la autora: ""a la típica pregunta: ‘Qué quiere hacer usted en la vida de mayor?’, ella no contestaba como la mayoría de las jóvenes de su edad y entorno: ‘Ser madre de familia y tener un marido que me cuide’; por el contrario, su respuesta era: ‘Ser una autora célebre. Codiciaba ese porvenir excluyendo a cualquier otro’. Toda la educación que había recibido en casa iba en ese sentido y, como ella misma señala, se dirigía a ‘afianzar en ella y su hermana la idea de que la virtud y la cultura contaban más que la fortuna’”. Finalmente, cuando eligió su profesión, las filósofas se contaban con los dedos de la mano (de hecho, Simone debió luchar por el reconocimiento de sus ideales y los de cientos de miles de mujeres, a la fuerza, en una sociedad androcéntrica que ella misma criticaría y en un campo profesional, igualmente masculino) y, si bien su intención era ser escritora, fue más fuerte su espíritu subversivo e innovador, por eso se planteó ser una de las pocas filósofas, a pesar de oponerse a la misma definición dada a esta disciplina, como una construcción, un gran sistema o un gigante edificio conceptual.

Beauvoir se dedicó más bien a deconstruir la filosofía en aras de acabar con creencias arraigadas y de desmontar argumentos que presentaban como algo natural la desigualdad entre los seres humanos. Por ejemplo, usó los instrumentos de la filosofía existencialista y hegeliana para controvertir que las mujeres están atadas al ciclo reproductivo, o que los viejos no pueden tener proyectos vitales."

Search engine powered by ElasticSuite