
"En el olimpo de los más refutados está Bertrand Russell, el que cambió de profesión cerca de cinco veces y osciló de corriente en corriente filosófica. El lord del pensamiento protagoniza la entrega 38 de la colección Descubrir la filosofía.
“¿Existe algún conocimiento en el mundo tan firme y seguro que ningún hombre razonable pueda ponerlo en duda?”, fue la pregunta que guió al inglés Bertrand Russell en su interés por darle forma a la filosofía analítica, una corriente que hizo de la indagación lógica, la matemática y la lingüística los imprescindibles de la cultura llamada occidental, pues reivindicó los valores de los movimientos sociales que, inclusive, por estos días se refuerzan de la mano de su concepto de comprensión que definió como el conocimiento de las razones que apoyan una idea —y conocerlas, a la vez, involucra la reconstrucción de los cimientos sobre los cuales se construyen—.
Su cambio de profesión en cinco ocasiones, iniciando en la matemática, para cambiarla por la filosofía académica y a esta por la divulgación y las conferencias para, posteriormente, hacer un revival de su faceta como académico y finalmente, dedicarse a la vida pública, pero sobre todo, por virar de una escuela filosófica hacia otra, casi mensualmente, le mereció numerosos críticos y refutaciones, en especial, desde la escuela del atomismo lógico que en un comienzo, se opuso a las ideas del británico, pero que al final, influirían en el argumento de Wittgenstein en contra del lenguaje privado y en el de Quine, en oposición a los dogmas del empirismo.
Carnap, Austin y Strawson… los nombres que a partir de la Primera Guerra Mundial se adhirieron al sistema lógico y analítico de Russell empezaron a incrementar y aun, hoy, vilipendian al pensador más comprometido con la sociedad y el espíritu de su —y nuestra— época.
“Las formas de vida y las perspectivas políticas que defendió contra el puritanismo, el patriarcalismo y el imperialismo se han convertido en fundamentos de todas las ideologías que admiten un cierto grado de actitudes abiertas y tolerantes como componentes esenciales de los estados de derecho”, explica Fernando Broncano, autor del tomo número 38 de la colección Descubrir la filosofía, que circula semanalmente con EL TIEMPO.
Rusell. Conocimiento y felicidad, Fernando
El defensor de occidente
Su marcado antimilitarismo y pacifismo —suscitados por haber atestiguado en primera persona la época de entreguerras—, su feminismo e igualdad de género, así como la defensa de la diversidad de opciones sexuales y la lucha contra el tradicional enfoque autoritario de la educación (valores propios de la sociedad occidental); pero por el otro lado, el rigor técnico con el que abordó su apuesta intelectual marcaron una línea divisoria en su producción académica que, valga la pena aclarar no se redujo a tratados filosóficos sino que inclusive acaparó una oferta literaria exquisitamente inspirada en la poesía de Shelley que, a pesar de ser reconocido como un frío científico y una figura pública analítica, le dio esos tintes de calidez y genialidad para recibir un Nobel de Literatura por sus dotes para versar poemas y, hacia el final de su vida, probar el relato corto.
Precisamente, su carácter variopinto es descrito por Broncano en su obra Rusell. Conocimiento y felicidad como el de “un autor que exploró dos polos muy distintos de un pensamiento filosófico: en uno, con estilo sofisticado que y dirigido a filósofos profesionales, trató de la lógica, el lenguaje, el conocimiento y la realidad; en el otro, orientado a un público amplio, y no académico, habló de las formas de vida, las costumbres, la moral y la política”. en otras palabras podría ser un cronista o el más costumbrista de los filósofos del siglo XX (y contando).
Antirreligioso y místico social
Bertrand Russell nació el 18 de mayo de 1872 en Ravenscroft, Gales, en el seno de un hogar de vizcondes y siendo apadrinado por el filósofo John Stuart Mill. De ahí que su formación infantil estuvo determinada por la lectura de grandes clásicos literarios y filosóficos; pero su gran refugio fue la poesía de Ashley, ya que al haber crecido en un hogar ultrarreligioso, forjó una personalidad basada en el sentimiento de culpa que le impidió manifestar abiertamente sus emociones.
Asimismo, la religiosidad de su hogar llevó a Bertrand Russell a declararse ateo a la edad de 18 y, desde entonces, dedicó parte de su teoría y el resto de su vida a una rebelión contra la religión como responsable de la infelicidad y la coartación de las costumbres de la sociedad.
Pero la necesidad de crear una filosofía o de inaugurar un sistema de pensamiento que les permitiera, a las sociedades del mundo, vivir una vida humana más tolerable, surgió en 1901 cuando, según él mismo, sintió una “iluminación mística” de carácter estético que lo sedujo y terminó enamorándolo, como evidencia su estilo su escritura distante de cualquier retórica emocional, pero en la cual se percibe la armonía entre las actitudes ‘místicas’ y la lógica. “Un poco más tarde —añade Broncano— hacia 1910, bajo la influencia de lady Ottoline, maduró estas intuiciones hasta convertirse en una de las fuerzas intelectuales más poliédricas e interesantes del siglo XX” (y lo confirman las influencias que, en su pensar, hacer y escribir tuvieron María Montessori y Virginia Woolf).
Rusell. Conocimiento y felicidad, tomo número 38 de la colección Descubrir la filosofía, que llegará, con EL TIEMPO, a un precio de 29.900 pesos y con nuevos filósofos: Chomsky, Pascal, Habermas, Plotino, John Stuart Mill, Erasmo, Gramsci y Allthusser, Berkeley, Weber, Diderot, Adorno, Rawls, Husserl, y Gadamer, Bergson, Rorty y Lévinas; todos, increíbles pensadores que cambiaron la historia. Los interesados en adquirir la colección completa podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990.