Plotino, el griego que arribó a destiempo
Plotino, el griego que arribó a destiempo
Autor: EL TIEMPO
Plotino, el griego que arribó a destiempo
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"Plotino, el griego que arribó a destiempo

En pleno ocaso del esplendor griego, Plotino, el filósofo heredero de los clásicos, intentó servir de bisagra entre el estudio del pensamiento y el naciente fervor cristiano. Será el protagonista de la entrega 37 de la colección Descubrir la filosofía.

El contexto en el que se desarrolló la filosofía de Plotino no fue el más amigable para un latino con cerebro griego (nació en Licópolis, hoy Egipto, en el año 205 de nuestra era y falleció en Campania, actual Italia, en 270) descendiente del estocisimo, el eclecticismo y el neopitagorismo, entre otras escuelas filosóficas de su tiempo. Se trataba de un pensador formado bajo la doctrina griega en plena época helenística, es decir, cuando la revolución no estaba en la polis griega, sino en el crisol religioso romano. Sí, cuando la razón empezó a ser relevada por la fe.

De ahí la importancia de este personaje en el devenir intelectual, ya que además fue uno de los forjadores del neoplatonismo, una corriente que brilló entre los siglos III y VI, sobre todo en la historia de Occidente en tanto se caracterizó “por un desplazamieno de intereses desde la condición politica del ser humano a su condicion divina, y desde la esfera racional y física a una supra-racional, religiosa y metafisica”, explica Antonio Dopazo Gallego en Plotino, La odisea del alma entre la eternidad y el tiempo, libro número 37 de la colección Descubrir la filosofía, que circula cada semana con EL TIEMPO.

En otras palabras, el nacido en Licópolis se esforzó por superar el dualismo platónico de lo sensible y lo inteligible (las cosas y las formas o ideas, respectivamente), pues esto último pasó a ser visto como insatisfactorio y ávido de mayor rigor en su construcción. Fue entonces como Plotino empezó a idear una serie de mecanismos para tratar de explicar cómo lo real fue engendrado por el Uno trascendente (momento que constituye el origen, nuestra génesis, que en términos de Plotino fue el momento de la ‘procesión’) y cómo el alma humana puede volver a fundirse con su principio creador (la reunión o ‘conversión’).

Por ello, como sostiene el doctor en filosofía español, Dopazo, la de Plotino fue una “aventura singularmente ambiciosa y difícil”, pues intentó explicar ideas que fueron simplemente eso, ideas relatadas por Platón —y tengamos en cuenta que no hay certeza de que todas al menos llegaron a hacer parte de sus Diálogos— a manera de mitos que Sócrates o algún otro discípulo transmitía, tales como el origen del espacio, el tiempo, la materia, las almas, los cuerpos y las ideas per sé.

“Plotino tratará de descifrar, en clave de conceptos y no ya de relatos, todo aquello que, en su opinión, los Diálogos no osaron decir con claridad”, asegura el autor.

Filosofía versus religión

Con el neoplatonismo, la filosofía adquirió su propio carril al lado de los de las religiones del momento; es decir, inició una especie de ‘competencia’ al pretender aportar un abordaje racional de la salvación del alma individual, algo que si bien no fue novedoso, sí lo fue el exquisito abordaje literario dado de manera exclusiva por Plotino pues, aun desde sus antecesores como Platón y Aristóteles, nadie había acaparado la fuga del alma del mundo sensible y su ascenso al inteligible, con el rigor del intelectual latino.

Por tal motivo, su frase: “Elevar lo que de divino hay en nosotros hacia lo que de divino hay en el universo” no solo ha adquirido el estatus de célebre, sino que además resume la filosofía de Plotino e inclusive les sirvió de referente para sus contribuciones teóricas y reflexiones en torno al vínculo del alma individual con su principio creador (en este caso, el Dios cristiano) , a sus sucesores, desde los teólogos cristianos y los padres de las metafísicas modernas como Leibniz, Schelling o Bergson.

Pero no todo podría ser perfecto para el personaje de esta semana en Descubrir la Filosofía; Plotino debió analizar y proponer la mejor manera de salvar a un Dios que a pesar de habernos creado, es ajeno —en términos epicúreos y aristotélicos— a nuestras penas y demandas al permanecer infinitamente separado de su propia creación; dilema abordado por Plotino mediante una exhortación a pensar el vínculo con la divinidad a la luz de una búsqueda interior.

Es decir, que el alma no debiera salir nunca a buscar a la divinidad, ya que dicha pesquisa nunca tendría un fin; por lo cual, la búsqueda debe ser interior. Inclusive, así se lo hizo saber Plotino a uno de sus discípulos, Amelio —como lo relata Porfirio, su fiel discípulo y ‘editor’ en su obra Vida de Plotino—cuando le dijo: “Ellos (los dioses) son los que deben venir a mí, y no yo a ellos”. Ello se explica en la propia contención, del alma, bien sea de forma latente o virtual, de todos los niveles de ‘hipóstasis’ (el estado subyacente o sustancia subyacente y es la realidad fundamental que sostiene todo lo demás) de lo divino, siendo su función reavivarlos, despertarlos o ‘desperezarlos’ inclusive, para reactivar su potencia y volver a ser en ellos.

Al respecto, escribe el autor de Plotino. La odisea del alma entre la eternidad y el tiempo: “En su renovada concepción del Alma, Plotino buscará superar el dualismo y aportar una solución al problema de la incomunicación de las sustancias (sensibles e inteligibles) que tanto había ocupado a los pensadores helenísticos”.

Las Enéadas

Hablar de la producción editorial de Plotino merecería una colección completa, ya que a o largo de 17 años (253-269), el latino escribió cerca de 1500 páginas de tratados filosóficos en griego antiguo; ello hizo necesaria la labor editorial de Porfirio, su fiel discípulo quien para clasificar tal magnitud literaria, subdividió primero los tratados más largos y de 45 pasó a 54, haciendo nueve grupos de seis, respondiendo a su fascinación por los números seis y nueve, como el duplo y el cuadrado del tres que es el número de las hipóstasis y del Todo perfecto o, como explica Antoni Dopazo Gallego, “lo que tiene principio, medio y fin”.

El segundo paso de la edición de Porfirio fue clasificar los tratados por asuntos: los más cercanos primero y al final, los más lejanos o metafísicos. De allí surgieron seis Enéadas:

La primera Enéada aborda cuestiones humanas como placeres, dolores, diferencias entre animales y hombres, la belleza, el arte, la felicidad, el origen del mal y cuñando el suicidio es razonable.

La segunda Enéada compila los tratados físicos y cosmológicos como la materia inorgánica o el movimiento de los astros.

La tercera Enéada continúa con el cosmos sensible, pero con un enfoque metafísico, abordando el destino, la naturaleza del tiempo, los vínculos de atracción, la eternidad y el tiempo.

La cuarta Enéada se concentra en la tercera hipóstasis plotiniana, el Alma, como la médula de la filosofía de Plotino. Sus funciones psicológicas, las teorías de la memoria y la percepción, la relación del alma individual con el alma del mundo y el problema del descenso de esta al cuerpo.

La quinta Enéada reúne los tratados alusivos a la inteligencia, la que es la segunda hipóstasis para Plotino. Esta obra explica las relaciones entre ser e inteligencia, el ejercicio del intelecto o el sentido y el orden de la procesión.

Y la sexta y última Enéada se concentra en el Uno, o primera hipóstasis, exponiendo la génesis emanativa del ser y de la inteligencia.

Plotino La odisea del alma entre a eternidad y el tiempo, tomo número 37 de la colección Descubrir la filosofía, que llegará, con EL TIEMPO, a un precio de 29.900 pesos y con nuevos filósofos: Chomsky, Pascal, Habermas, John Stuart Mill, Russell, Erasmo, Gramsci y Allthusser, Berkeley, Weber, Diderot, Adorno, Rawls, Husserl, y Gadamer, Bergson, Rorty y Lévinas; todos, increíbles pensadores que cambiaron la historia. Los interesados en adquirir la colección completa podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990."

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