
"El de Pascal no fue un caso distinto al de la mayoría de estudiosos del pensamiento. Él también fue puesto al margen e, inclusive, ‘satanizado’ de antihumanista por su revolucinaria manera de pensar que dejó de embriagar al hombre en su ego y soberbia y, en cambio, estudió y sacó a flote su miseria, bajándolo del trono del cual se autoproclamó soberano tras el auge de las tendencias humanistas del Renacimiento. De ahí que, inclusive, el poeta Paul Valery, catalogó al francés “enemigo del género humano”.Su crudeza a la hora de responder a la pregunta: ¿qué es el hombre? —este fue el centro de sus tesis— fue motivada por su formación ‘de doble vía’ (por un lado filósofo y por el otro, hombre de números y geometría) y a la influencia en él del jansenismo, doctrina cristiana que reivindicaba el pensamiento de San Agustín en torno al pecado original.
Ello, sin olvidar el rol fundamental del espíritu del siglo XVII durante el cual, la fe, la ciencia, la superstición y la razón imperaron llegando a desplazar, inclusive a la enigmática alquimia con la naciente química.
Precisamente, en este fervor científico radicó uno de los aspectos transversales en la doctrina de Pascal: su desencanto hacia el humanismo. Férreo crítico de la ciencia de su época, el francés la señaló, por un lado, de inservible (a pesar de su capacidad explicativa y de los progresos y conocimientos prácticos que aportaba) pues, según él, los fenómenos físicos explicados por esta no suministraban mayor información sobre el sentido de la existencia y, por ende, tampoco le daban respuesta a su eterna pregunta por el hombre.
Y por el otro lado, manifestó su antihumanismo mediante una sentencia de la ciencia como pretensiosa en tanto nació de un propósito tan grande como su propio objeto de estudio y, por ende, se trata de algo imposible de abarcar.
“Pascal considera que la Naturaleza es inabarcable, doblemente infinita (infinitamente grande e infinitamente pequeña), y cualquier intento de descifrarla está, por el mismo motivo, condenado al fracaso”, explica el filósofo español Gonzalo Muñoz Barallobre, autor del libro 'Pascal. El hombre es una caña que piensa', entrega número 34 de la colección Descubrir la filosofía, que circula semanalmente con EL TIEMPO. A Descartes, lo conoció y enfrentó por el racionalismo de su filosofía pues, según Pascal, el tamaño y la riqueza de la realidad supera a los límites de la razón, imposibilitando de este modo al imperio racionalista de su época. Su propuesta era, en cambio, acceder al conocimiento mediante otra vía: el corazón, dándole la potestad de certeza, un poco a la intuición y otro tanto a las pasiones personales, como explica Muñoz: “sentir que algo es verdadero sin necesidad de demostración, ya que además, aquello a lo que el corazón accede suele excluir a la razón.”
Además de su crítica a la ciencia del siglo XVII y al racionalismo de Descartes y otros estudiosos del pensamiento de la época, la teoría de Pascal se centró en una descripción nada optimista de la condición humana en tanto la abordaba como angustiante, egoísta, mortal, infeliz y tan incapaz de conocer la verdad y la justicia que por ello, el hombre era un miserable sumido en la angustia de la soledad.
¿Cuál era, para Pascal, la única salida de la humanidad de sus propias miserias? La respuesta, como era de esperarse, solo la encontraría en la capacidad humana de ser consciente, a través del pensamiento, de la necesidad que tiene de Dios. “Aquí Pascal presenta su famoso argumento de la apuesta, en el que establece que la cuestión de Dios no es un asunto en el que la razón pueda esclarecer nada, a la vez que muestra que es razonable creer en Él. Para Pascal, vivir es apostar, es elegir, arriesgarse, y es preciso que el hombre lo haga en un asunto en el que está en juego lo más importante: la inmortalidad de su alma y su salvación o condena”, explica el filósofo español Gonzalo Muñoz Barallobre en 'Pascal. El hombre es una caña' que piensa y quien, por ende, se refiere al hombre como un ser ni tan ángel, ni tan bestia.
Conceptos clave
Pecado original. Inspirado en la recuperación de las obras de san Agustín, Pascal tomó su interpretación del pecado original: tras caer en la tentación en el paraíso, el hombre queda totalmente separado Dios y por ello, su salvación no será dada por la bondad o ‘perfección’ de sus actos en la Tierra, sino de que Él le entregue el don de la gracia.
El hombre. Ahora, basada en su concepción janseniana del pecado original, surgió su concepción antropológica del hombre como una criatura dependiente cien por cien de Dios, ya que su inteligencia y voluntad están contaminadas, corruptas, por su desobediencia a Dios. De esta concepción de la condición humana llegó su reconocida metáfora del hombre como ‘caña pensante’. Para el francés, el hombre no es más que la cosa más frágil de la naturaleza: una caña. Y por ello, no hace falta que el universo le caiga encima para aplastarlo; basta un soplido del viento o una gota de agua para destruirlo. Lo único que lo diferencia de la caña, es su capacidad pensante.
Pensamiento dual. Además de ser, Blaise Pascal en sí mismo, un personaje ‘doble’ –por un lado, genial matemático, riguroso físico; y por el otro, el filósofo que buscaba a Dios dándole la espalda a lo terrenal– y de criticar duramente a la ciencia por dos vías, él demostró su carácter dual, como seguidor del estoicismo y del escepticismo y, de manera específica, de las visiones de Epicteto y Montaigne, respectivamente. Del primer filósofo admiró su afirmación de que el único deber del ser humano está en su propio sometimiento a los designios divinos; mientras que del segundo aplaudió su escepticismo radical que le permitió plantear y demostrar la imposibilidad de fundamentar cualquier noción de conocimiento mediante la razón humana.
'Pascal. El hombre es una caña que piensa', es la entrega número 34 de la colección Descubrir la Filosofía, que llegará, con EL TIEMPO, a un precio de 29.900 pesos y con nuevos filósofos: Chomsky, Pascal, Habermas, John Stuart Mill, Plotino, Russell, Erasmo, Gramsci y Allthusser, Berkeley, Weber, Diderot, Adorno, Rawls, Husserl, y Gadamer, Bergson, Rorty y Lévinas; todos, increíbles pensadores que cambiaron la historia. Los interesados en adquirir la colección completa podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990."