
"Así, todo en uno, es recordado del forjador de la sociología moderna, Max Weber, el protagonista de la entrega número 43 de la colección Descubrir la Filosofía.
Jurista, metodólogo, historiador, economista e historiador de la economía; todo un polifacético a quien se le atribuyó el título del gran estudioso del mundo moderno y con razón, si se tiene en cuenta que Max Weber fue un sociólogo y, sobre todo, un administrador y teórico de la racionalización capitalista de la sociedad industrial alemana que le dio la bienvenida al siglo XX.
De ahí la prolífica producción intelectual del nacido en la ciudad alemana de Erfurt en un contexto marcado por el marxismo y de manera más específica, por su más acérrima vertiente capitalista (Weber nació en 1864 y tres años más tarde, Marx empezó a publicar El Capital). De ahí que hayan sido los estudios históricos en torno al análisis de las sociedades comerciales del medioevo las que marcaron su inspiración primaria tras licenciarse jurista (a la vez que realizaba una exhaustiva formación historia, economía, filosofía y teología) en 1889.
“Max Weber es, en este sentido, un hombre de su tiempo: un alemán de la burguesía privilegiada surgida a finales del siglo XIX bismarckiano y que vive la efervescencia de la realidad histórica de principios del siglo XX, perfectamente consciente de los procesos de modernización y de las grandes transformaciones culturales y sociales que los acontecimientos históricos mundiales están preparando en la transición entre estos dos siglos”, asegura Erica Grossi en Weber. Las ciencias sociales ante la Modernidad entrega número 43 de la colección Descubrir la Filosofía que llega cada semana con EL TIEMPO.
El ‘hombre orquesta’
Desde su cuna, Weber fue un privilegiado. Nació en el seno de una familia perteneciente y, sobre todo, de gran influencia entre la burguesía alemana de la segunda mitad del siglo XIX. Su padre, un hombre de leyes, diputado nacional-liberal, lo puso en contacto con pensadores, eruditos y figuras políticas que acudían a su casa en busca de una asesoría o un simple debate en torno al nacional-liberalismo.
De ahí que desde sus trece años se consagró estudioso y crítico de la historia social y económica no solo alemana, sino que se interesó por trascender las fronteras aprendiendo inglés, francés, italiano, español y ruso para acceder directamente a las obras de sus maestros ideológicos como fueron Wilhelm Dilthey, Heinrich von Treitschke, Theodor Mommsen, Immanuel Bekker, Karl Knies, Kuno Fischer, Otto Brunner y Levin Goldschmidt.
Del lado materno, Weber heredó su espíritu religioso, determinado por la filiación de su madre hacia el evangelio cristiano-evangélico, que llevó al primero de sus siete hijos hacia el partido liberal-conservador como activo seguidor del movimiento cristianosocial a través del trabajo de la Verein für Sozialpolitik (Asociación de Política Social) y de sus investigaciones sociales y publicaciones científicas para la revista de propaganda Die christliche Welt.
Esta dupla de sus principios liberales y religiosos a la vez, no solo llevó a Weber a cuestionar a los personajes políticos de su entorno y a su propia clase social; sobre todo, forjó en él el impulso de dudar del dogmatismo cultural del capitalismo monopolista vigente por esos días en la Alemania liberal y de su contraparte misma, el historicismo ideológico de la socialdemocracia.
Por ello, Weber dedicó la última década del siglo XIX al desarrollo de su método científico
social basado en sus primeras ‘pruebas sobre el terreno’ que se caracterizaron por la aplicación de todas las teorías de las ciencias sociales aprendidas durante sus múltiples formaciones profesionales y, de manera especial, los preceptos teóricos de Theodor Mommsen, y Leopold von Ranke, a la realidad histórico-social de dos contextos determinados de desarrollo agrario, analizados desde el punto de vista de las conexiones causales entre los aspectos jurídico institucionales y los aspectos socioeconómicos.
“Si los estudios sobre el comercio medieval y el desarrollo agrario romano demuestran la eficacia del método experimental en las ciencias histórico-sociales, la investigación de primera mano sobre los problemas socioeconómicos de los campesinos de la Alemania oriental sugiere un recorrido metodológico que, por medio de los resultados de la investigación científica pura, sirva de guía a la administración política del Estado”, sostiene la autora de la nueva entrega de la colección Descubrir la Filosofía.
Con todo, se trató dela primera vez en que ciencia, política, investigación y estilo de vida interactuaron y, al mismo tiempo, le merecieron a Weber los cargos de profesor universitario, consejero de organismos gubernamentales aliados de las transformaciones económicas de la modernización industrial, investigador, filósofo y sociólogo de la realidad. Todo un ‘hombre orquesta’.
Un abanico teórico y conceptual
Además de estudios propiamente históricos y los de metodología de las ciencias histórico-sociales, la producción intelectual de Max Weber abordó diversas problemáticas socioculturales que permitieron el paso hacia la sociedad moderna; entre ellos:
Sociología de las religiones. Mediante obras como La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1906), y Sociología de la religión (póstumo, 1920-1921), Weber desarrolló su análisis comparado de las religiones, basándolo en la reciprocidad de las condiciones económicas y sociales, y en la reciprocidad de las creencias religiosas.
Estudios sobre la función de la ciencia y de la política en la realidad contingente. De obras como La ciencia como profesión (1919) y La política como profesión (1919) salen a la luz las tensiones entre la experiencia personal y la ‘vocación’ profesional del científico Weber frente a los desafíos de la modernidad.
El método de las ciencias histórico-sociales. Mediante cuatro ensayos metodológicos publicados entre 1904 y 1917, Max Weber presenta el debate sobre la definición de las misiones de las ciencias históricas y sociales. “Según Weber, la objetividad de las ciencias sociales está garantizada por el método. Ello implica que la ciencia social no puede dar ninguna indicación práctica sobre las elecciones que hay que efectuar en el marco político. Sin embargo, puede darle a quien actúa la conciencia de que toda acción tiene consecuencias, y permitirle evaluar la eficiencia de las elecciones respecto a las metas deseadas”, explica Grossi.
La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Fue un tema altamente criticado pues se dice que cambió el curso de las ciencias humanas del siglo pasado al ser un debate protagonizado por la pregunta que, en su época se hicieron todos los teóricos: ¿cuáles fueron las circunstancias que dieron vida en Occidente a fenómenos de civilización convertidos en vigencia universal? Pregunta a la cual, Weber encontró su respuesta en no solo en los incentivos económicos, sino sobre todo en la Reforma protestante y la ética económica que derivó (educación para la acumulación de la riqueza).
El trabajo intelectual como profesión. En esta línea, Weber incluyó sus teorías sobre la ciencia y la política como profesiones en las cuales el concepto de ‘profesión como vocación’ (ais Zeruf) es una fuente permanente de referencia en la acción política.
Economía y sociedad. Se trató de su vertiente conceptual cumbre pues influyó en la evolución sociológica del siglo, en particular en lo que respecta a los estudios sobre el nacimiento del Estado moderno y a las peculiaridades occidentales y europeas de su estructura burocrática.
“Retomando sus amplios conocimientos en el ámbito de la historia europea y universal, de la sociología y de las doctrinas religiosas, Weber reconstruye en su totalidad las interconexiones que establecieron históricamente —y determinaron en paralelo a su producción— la formación del Estado occidental moderno capitalista”, puntualiza Erica Grossi en Weber. Las ciencias sociales ante la modernidad, tomo número 43 de la colección Descubrir la filosofía, que llegará, con EL TIEMPO, a un precio de 29.900 pesos y con nuevos filósofos: Chomsky, Pascal, Habermas, Plotino, John Stuart Mill, Russell, Erasmo, Gramsci, Althusser, Diderot, Adorno, Rawls, Berkeley, Husserl, y Gadamer, Bergson, Rorty y Lévinas; todos, increíbles pensadores que cambiaron la historia. Los interesados en adquirir la colección completa podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990."