Husserl, Gadamer y nuestra motivación personal
Husserl, Gadamer y nuestra motivación personal
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Husserl, Gadamer y nuestra motivación personal
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Una dupla alemana, la de la fenomenología y la hermenéutica llegan esta semana en la entrega número 47 de Descubrir la Filosofía, en la cual, nuestros términos ‘de moda’, como son el desaprendizaje y la empatía encuentran sus raíces filosóficas.

Toda la filosofía moderna es fenomenología o hermenéutica (a excepción de las corrientes del análisis del pensamiento que se basan en el estudio del lenguaje); si bien desde los tiempos de Platón hay vestigios de sus bases teóricas, la primera (la fenomenología) fue fundada por el alemán Edmund Husserl en 1900; la segunda, por su parte, llegó 27 años después de manos y mente de un discípulo de Husserl, Martin Heidegger, pero se convirtió en la filosofía clave de la sociedad en 1960, por obra y gracia de un seguidor y alumno de Heidegger, Hans-Georg Gadamer, quien si bien no la tuvo nada fácil aun desde casa —creció en un hogar de madre ausente, padre entregado a sus estudios químicos y de talante autoritario y poco creyente de las ciencias humanas—planteó una teoría capaz de leer al individuo y no capaz de ser leída por el individuo, como ha sido tradición.

Si bien son dos corrientes del estudio del pensamiento creadas hace un siglo, en un contexto marcado por las ideologías nacionalistas de Hitler y por las contiendas mundiales, ambas gozan de tanta utilidad hoy, cuando vivimos el auge de frases motivacionales basadas en la empatía y en el aprendizaje desde el ‘desaprendizaje’, conceptos claves, tanto en la fenomenología como en la hermenéutica.

“Olvide quien se adentra en este libro todo lo que crea saber de filosofía (…) Aquellos sabios mal y poco vestidos pedían a quienes se les adherían que llegaran habiendo leído poco o, mejor todavía, habiendo logrado desaprender lo que una persona absorbe, leyendo y de mil otras maneras, en el período de su ‘formación’, o sea, cuando más pasiva y cándidamente recibe las pautas para vivir y las presuntas grandes verdades sobre todo (el mundo, las otras personas, el bien y el mal, la divinidad. Todo). Si el lector se olvida de todo lo que ya sabe –o cree saber; por favor ¡no se me ofenda! – de filosofía, ha empezado a practicar la filosofía de Edmund Husserl: ha empezado a abstenerse”, según Miguel García-Baró.

Precisamente, presentar a la fenomenología como una teoría que intenta captar sin supuestos previos cómo vivimos todo lo que vivimos y a la hermenéutica como un tratamiento de la vida del individuo como si se tratase de un texto es el interés de Miguel García-Baró en Husserl y Gadamer. Fenomenología y hermenéutica, entrega número 47 de la colección Descubrir la Filosofía, que circulará esta semana con EL TIEMPO.

Desaprendizaje nivel 1

Abstención, intuición, teleología y fenomenología genética integran la fenomenología de Husserl.

La abstención es descrita por el filósofo alemán como el despojo de todo conocimiento y, por ende, prejuicio. Va de la mano de la humildad al reconocerse ignorante y carente de aprendizaje. García Baró lo ejemplifica mediante el trabajo del médico, aun desde los tiempos primitivos de esta ciencia, los de Hipócrates, cuando el equilibrio se basaba en cuatro factores claves para la salud y que el cuerpo, si enfermaba, debía llenarse de uno faltante y vaciarse de uno sobrante. “¿Y si son ocho o dieciséis o cuarenta mil los factores? ¿Y si el cambio de unos por otros, que en griego se llama metabolismo, resulta ser un mecanismo más complicado que el llenado y el vaciado? Y la Medicina va avanzando. Mantiene su idea, su ideal, su finalidad: hay que curar basando la cura en la verdad sobre la enfermedad y la salud; lo que cambia en la historia de la Medicina es la conciencia de que el médico no obedece en realidad a esta idea. En consecuencia, va desaprendiendo con

trabajo y, sobre todo, con una virtud que, en cuanto médico, no parece ir incluida en el currículum profesional: con humildad.”, escribe el autor de Husserl y Gadamer. Fenomenología y hermenéutica.

La intuición es descrita por la fenomenología de Husserl como ver una verdad como verdad, por la gloria de la verdad y no porque sea lo que muchos o pocos crean. Precisamente, la intuición es la que permite concebir a los fenómenos puros, a los conceptos desaprendidos que quedan como residuo de la abstención filosófica.

Por su parte, al derivar de telas (que traduce fin o meta, del griego clásico) la teleología alude a la experiencia de las cosas inmediatas del mundo. Para ello, García Baró acude a un ejemplo “desde la perspectiva de quien menos supuestos puede tener: un bebé. Para él, abierto sensiblemente al mundo, teleología referiría a aquello en la realidad que despierta su interés y lo mantiene.”

Por último, en la construcción del término ‘de moda’ en nuestros tiempos, el desaprendizaje, hay una alta dosis de fenomenología genética, que si bien remonta a una génesis, advierte que no asistimos a ella del todo intuitivamente sino que llegamos a ella a partir de las inferencias que hacemos de los cambios advertidos intuitivamente en las cosas y que van sedimentándose en nosotros, terminando siendo hábitos a os que nunca hubiésemos llegado sin la repetición de lo genérico de las experiencias y sin contar con nuestra plasticidad; a esta, precisamente, Husserl le atribuye eso que solemos decir frente a los hábitos, como experiencias que se quedan “inconscientemente en mí y llevan a cabo, como dentro de mí’, un trabajo por cuya virtud yo paso a sentir el mundo”, añade García Baró.

Desaprendizaje, según Gadamer

Menos teórico y más concreto, resulta el enfoque hermenéutico de Gadamer en el cual, el ser es una especie de texto. Al respecto,George Steiner manifestó que “Cuando por fin nos distanciamos del ajetreo cotidiano para concentrarnos en un libro, realizamos un acto de una intimidad y una solemnidad extraordinarias. Es absurdo que si estamos comiendo y nos llaman al teléfono pongamos la excusa de nuestra ocupación para no hacer caso a la llamada, pero, en cambio, si nos sorprenden leyendo siempre dejamos el libro de la mano, como si estuviéramos justamente desocupados, nada más que entreteniéndonos, y atendemos al teléfono. ¡Debería ser absolutamente al revés! Al leer necesito actualizar de alguna manera toda la memoria de mi vida y fundirla con el significado del texto. O él o yo tenemos razón; o él o yo expresamos mejor o peor el temple del ánimo que una verdad requiere y como tal, entendimiento del ser como un texto”.

Y allí entra el núcleo de la tesis de Gadamer: ser un hermeneuta es despojarse de toda posible razón que se pueda (o se crea) tener. Y para ello, retoma la abstención de Husserl puesto que entender al otro como un texto, implica distanciarse de lo que pueda saberse de la persona, para salvar su proposición y dar lugar al diálogo, concluyendo en otro término en auge en nuestra sociedad de la automotivación: la empatía.

“Como se suele decir, si no me meto en los zapatos de quien me habla, no tengo posibilidad de comprenderlo a él y, ni siquiera, de comprender lo que me está diciendo. Él podría tener razón, justamente la razón o la parte de razón que a mí quizá me falta. Si no entro en el diálogo con este presupuesto, sencillamente es que no entro en el diálogo”, puntualiza Miguel García-Baró en Husserl y Gadamer. Fenomenología y hermenéutica tomo número 47 de la colección Descubrir la Filosofía, llegará con EL TIEMPO, a un precio de 29.900 pesos y con nuevos filósofos: Chomsky, Pascal, Habermas, Plotino, John Stuart Mill, Russell, Erasmo, Gramsci, Althusser, Weber, Diderot, Adorno, Berkeley, Rawls, Bergson, Rorty y Lévinas; todos, increíbles pensadores que cambiaron la historia. Los interesados en adquirir la colección completa podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990.

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