El intelectual que le dio vuelta al pragmatismo
El intelectual que le dio vuelta al pragmatismo
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El intelectual que le dio vuelta al pragmatismo
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Para ello, el pensador más influyente de occidente en 1980, Richard Rorty, adoptó una postura defensiva y reactiva, en oposición a la esperada mentalidad propositiva y constructiva.

Polémico armador y modesto artesano de las ideas originales de otras mentes ilustres, así se reconocía Richard Rorty a sí mismo, el estadounidense que si bien les huyó toda su vida a los encasillamientos personales en alguna profesión, fue el más influyente y crítico filósofo de las últimas décadas del siglo XX. Y dicho pedigrí le fue concedido por su habilidad y su destreza a la hora de encajar los conocimientos y las teorías claves para sus encuentros filosóficos (y no tanto, para sus posicionamientos filosóficos, de los cuales careció su trayectoria).

Como lo afirmó en en 2007 —año de su fallecimiento—, la suya fue una función de sincretista de las propuestas de mentes originales, siendo los relatos en torno al ascenso y la caídas de los dogmas filosóficos, como da cuenta Ramón del Castillo en Rorty y el giro pragmático, entrega número 49 de a colección Descubrir la filosofía, que circulará esta semana con EL TIEMPO.

Ambivalente, para algunos contemporáneos suyos y para sí mismo, Rorty será recordado como el pensador que configuró un nuevo dogma filosófico hecho en Estados Unidos en la convulsa década de los ochenta: el neopragmatismo, que nació de su propio carácter inclasificable por ser un inacabado dechado de conceptos.

“Debatió con filósofos analíticos, pero no fue uno de ellos, pues no trató de definir qué es la verdad o en qué consiste el conocimiento. Se interesó por ciertos temas políticos, pero no fue un teórico en busca de los fundamentos de la vida democrática. Escribió sobre literatura, pero no fue un crítico literario con un método definido y novedoso. Entonces, ¿qué lugar ocupó Rorty? Probablemente ninguno”, escribe, al respecto del Castillo, quien además es profesor de filosofía contemporánea y estudios culturales, además de ser analítico del pensamiento de los siglos XIX y XX desde sus formaciones en antropología, psicología social, historia del arte y estudios literarios, constituyendo un perfil similar al de Rorty que le ha permitido estudiarlo con la autoridad, el rigor y la polivalencia necesarias.

Literato y antifilósofo

Dos cosas sí las consideró muy propias: su enfoque histórico y cultural de la coyuntura sociopolítoca —al punto de considerar que la filosofía es a la cultura de hoy, lo que la religión fue a Ilustración—, y en segundo lugar, la ironía de su personalidad melancólica. Tanto la primera, como la segunda le merecieron ser un filósofo antifilósofo que, como narra del Castillo, le dieron la certeza para afirmar en diversas oportunidades, la poca importancia merecida por la filosofía, en comparación con la política y la literatura.

Y para argumentar tan ‘escandalosa’ aseveración, dedicó gran parte de su obra a reciclar el lenguaje de la escuela pragmática instaurada a finales del siglo XIX en su natal Norteamérica, en aras de transformar el abordaje dado a los problemas y dilemas eternos de la filosofía, cambiando a la extensa teoría, por un enfoque en las circunstancias históricas y en el contexto local, es decir, en las formas en las que casi a nivel personalizado se plantean dichos asuntos sobre los cuales debiera reflexionar y sobre todo, actuar, un neopragmático.

De tal manera que, en lugar de preguntarnos, ‘¿qué es el deber?’ o ‘¿qué es el hombre?’, el neopragmatismo de Rorty exhorta a cuestionarnos sobre ‘¿qué fines sociales queremos compartir?’ y ‘¿en qué clase de personas queremos convertirnos?’, para llegar a la

conclusión de que las respuestas dependerán de la comprensión de la propia situación histórica que nos empuja a formularnos dichas preguntas.

Entre otros equivalentes propuestos por su neopragmatismo para abordar ciertas cuestiones filosóficas de manera más activa y realmente práctica, el norteamericano utilizó un vocabulario más de literato, que de filósofo “pues pensaba que la imaginación literaria ayuda a liberarse del ansia de la filosofía por erigirse como vigilante de la razón y autoridad moral, y nos hace más sensibles a la variedad, complejidad y dificultad de las vidas humanas”, añade el autor del tomo número 49 de Descubrir la filosofía.

Las tres vueltas al pragmatismo

Con una filosofía versada en torno al cuidado como atención y como prevención (para asegurar la libertad sería necesario evitar la búsqueda de Autoridad), Richard Rorty propuso tres nuevas alternativas de abordaje filosófico de los principales problemas sociales como son el lenguaje, la hermenéutica y la política.

1. El giro lingüístico. En aras de demostrar su propuesta de una filosofía como un análisis del lenguaje, Rorty publicó en 1967 una de sus más importantes y recordadas obras, la antología El giro lingüístico que se inspiró en las ideas de Sellars sobre el carácter lingüístico de la conciencia, enfatizando además la diferencia entre los procesos cerebrales y las sensaciones vividas. Así se erigió miembro clave de la filosofía analítica.

2. El giro hermenéutico. Dado hacia 1970 por el estadounidense amante del carácter evolutivo y dinámico de la historia, cuando la filosofía analítica empezó a empalagarlo —casi por definición, un filósofo analítico usa su mente de forma más precisa y ordenada que el común de los mortales y con la perfección de un científico avanza hacia un esclarecimiento de los temas—, fue esa fase de revolcón y selección de conceptos y actitudes propias de la hermenéutica —consideraba al filósofo un ser consciente de que el pasado es una elaboración permanente y no un hecho que se deja atrás— en su dechado neopragmático.

3. El giro político. Llegó en los ochenta, cuando Rorty tornó su reactivismo más jovial y directo, y menos desencantado, irónico y nostálgico. Marcado por un contexto en el que el intervencionismo estadounidense en Latinoamérica, la guerra de Vietnam y la discriminación racial fomentaban un paisaje de desconfianza, de sospecha generalizada, Rorty se distanció de la nueva izquierda, de la derecha y aun del centro. “Los postmodernos —dijo— ‘están en lo cierto filosóficamente, pero son políticamente insensatos’, mientras que los conservadores ‘están filosóficamente equivocados y son políticamente peligrosos’(…) No era un socialdemócrata sistemático, ni militante, solo edificante”, puntualiza la penúltima última entrega de la colección Descubrir la Filosofía.

Rorty y el giro pragmático, tomo número 49 de la colección Descubrir la Filosofía, llegará con EL TIEMPO, a un precio de 29.900 pesos y con nuevos filósofos: Chomsky, Pascal, Habermas, Plotino, John Stuart Mill, Russell, Erasmo, Gramsci, Althusser, Weber, Diderot, Adorno, Berkeley, Rawls, Husser, Gadamer, Bergson y Lévinas; todos, increíbles pensadores que cambiaron la historia. Los interesados en adquirir la colección completa podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990.

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