Adorno, un filósofo estelar
Adorno, un filósofo estelar
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Adorno, un filósofo estelar
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Uno de los pioneros de la crítica sociocultural fue Theodore Adorno, ficha clave de la Escuela de Fráncfort. Su teoría, basada en un modelo que funciona como una constelación, brilla en la entrega 45 de Descubrir la Filosofía.

Firmaba como ‘Teddie’ las cartas a sus colegas más cercanos, incluidos el “Lieber Herr Benjamin” (Estimado señor Benjamin”, refiriéndonos a a la carta con fecha 4 de marzo de 1934 remitida a su gran amigo y aliado en la escuela de Fráncfort, Walter Benjamin), le injertó marxismo y mesianismo al judaísmo —siendo el segundo, el más importante ingrediente de su plan de acción, o constelación’— y se empecinó en desentrañar las redes ocultas de los organismos de control social, más allá de los ‘normalizados’ gobiernos y las doctrinas religiosas, en especial, criticando sagazmente el germen capitalista occidental.

Ello, facilitado por un linaje por un lado, tan burgués y judío (legado paterno, un comerciante de vinos de origen judío, Oscar Alexander Wiesergrund, quien se convirtió al protestantismo) como ciertamente elitista o aristocrático de su madre, María Calvelli-Adorno della Piana, una piansta y cantante lírica italo-corsa de raíces mediterráneas y de quien el joven Theodore prefirió tomar su apellido (de su padre, solo incluyo la inicial del mismo).

Sin duda, antes que crítico de la sociedad burguesa occidental o filósofo social, Adorno fue un apasionado y gran conocedor de la cultura. “El ambiente familiar burgués en el que creció se caracterizaba por un clima cultural y artístico muy estimulante. Los conocimientos de la madre tendrían no poca influencia en la pasión y la competencia musicales de Adorno, que llegaría incluso a ponerse a prueba —sin convertirse, no obstante, en un verdadero profesional— en la composición de fragmentos dodecafónicos” recuerda Mario Farina en Adorno. Teoría crítica y pensamiento negativo, tomo 45 de Descubrir la Filosofía.

Una constelación de influencias

El contexto de la República de Weimar marcó el devenir profesional de Adorno. Si bien fue un ambiente enmarcado por la agitación y la oposición violenta, el entonces alumno de bachillerato recibió influencias de todo tipo y provenientes de la escuela marxista, la

fenomenología de Husserl, el psicoanálisis, el historicismo de Dilthey, el neokantismo, la filosofía de la vida de Simmel, el expresionismo literario, la tendencia neorromántica del poeta Stefan George, el misticismo goetheano de Rudolf Steiner, el pensamiento irracionalista de Ludwig Klages, etc.

A todas estas herencias, hizo sus oídos sordos, pues su olfato crítico seguía la estela hegeliana según la cual, la filosofía es la propia época captada en ideas, tarea nada sencilla pues le significaba saldar cuentas con este panorama complejo, para lo cual supo sacarle provecho a su estrecha amistad —que no tardó en convertirse en una profunda influencia recíproca— con Siegfried Kracauer, sociólogo y filósofo a quien conoció cuando recién se tituló bachiller y empezó a frecuentar las escenas cultural e intelectual francfortiana. De él, aprehendió el método interpretativo y de estudio basado en la idea —alineada con su hegelianismo innato— de que la filosofía constituye una forma de razonamiento por medio del cual el autor expresa conceptualmente su propio tiempo.

Pero el hecho trascendental en la vida y obra de este filósofo lo marcó el momento en que conoció a Walter Benjamin, cuyo origen judío y fuerte interés por dotar del espíritu mesiánico hebreo a la filosofía marxista y materialista fue casi una firma de cooperación mutua. Inclusive, de su aproximación al espíritu de la época (zeitgeist), nació el modelo crítico de Adorno, usualmente comparado a la estructura de una constelación.

“Al desastre europeo inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial, a la crisis y al tumulto cultural de la República de Weimar había que responder con un pensamiento dotado de un objetivo revolucionario y social, sí, pero capaz de observar el mundo con las luces de la redención mesiánica”, escribe Mario Farina en Adorno.

Y añade: “Si el mundo y la realidad aparecen desgarrados y fragmentados, hay que encontrar un pensamiento capaz de aunar las cosas. Pero este pensamiento no puede tener la forma de la unificación violenta, de la recuperación de una presunta unidad y homogeneidad arcaica y originaria, como el que en aquellos años presentaba el fascismo en Italia. Es preciso encontrar un modo de reunir los fragmentos y los escombros, pero sin suprimir sus diferencias recíprocas (…) Una estrella sigue siendo para siempre una estrella, su pertenencia a la constelación no modifica su naturaleza”.

Adorno, en regla de tres

Si bien son innumerables los aportes de la filosofía del filósofo alemán —todos aún vigentes a niveles cultural, social, político y económico—, su desarrollo conceptual podría resumirse en tres grandes puntos.

1. Dialéctica de la Ilustración. Además de ser el título de su obra más importante (una coautoría con Horkheimer), es el core de su pensamiento y que no se limita a la época en la que la ciencia y el conocimiento fueron motores del desarrollo. Para los alemanes, la palabra ilustración refiere al esclarecimiento de la verdad.

2. Teoría Crítica (negativa). Ligado al anterior, este punto de la filosofía de Adorno propone ‘burlarse de la lógica cuando está en contra de la humanidad’, acudiendo a la ilustración como la vía para respetar sin violencia aquello que se quiere conocer y sin imponer el pensamiento a los objetos que se piensan. “Crear constelaciones, pensar por fragmentos.

Tal es el núcleo del pensamiento crítico, un pensamiento que, en la última fase de su vida, el propio Adorno definiría como ‘negativo’, es decir, falto de cualquier imposición positiva”, explica Farina.

3. Sociedad burguesa occidental. fue el objetivo de la primera generación de la Escuela de Francfort, a cuya integración aportaron las ideas de Walter Benjamin, Marcuse, Fromm, Adorno, su coequipero Horkheimer y otras mentes brillantes de la época que se adhirieron al Instituto de Investigación Social (Institut für Sozialforschung, fundado en y dirigido por Adorno entre XX y XXX, sucedido por Horheimer, marcando la primera generación de la Escuela de Fráncfort), desde el que formularon sus críticas a la sociedad burguesa occidental bajo el mando de la investigación crítica de de Kant, Hegel, Marx, Nietzsche y Freud.

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